La única batalla que logré ganar en las últimas 24 horas fue salvar mi suéter favorito. Llevaba semanas intentando quitarle un olor a humedad rancia que surgía justo antes de quedar completamente seco y en el mismo lugar. Mi sentido del olfato, don y karma, me impedían ignorar el hedor. Ayer, sin embargo, seguí mi intuición y rocié la ropa, incluido el suéter, con una mezcla de agua y bicarbonato de sodio . Hoy, después de veinticuatro horas comprobé que aquel olor insoportable había desaparecido. Fue como sentirme en casa de nuevo porque no hay nada más transgresor que verse atacado por olores invasivos que se acomodan de forma abusiva y sin avisar.
Sentí alivio, en especial porque acababa de entrar de un viaje fallido en el que manejé varias horas hacia mi ciudad del pasado, hacia mi horizonte conocido, con la intención de salvar lo poco o nada de chispa que quedaba en un vínculo caduco y viciado. Hoy, decidida a romper con todas las barreras y sorprender al que hacía menos de 24 horas me declaraba su deseo exuberante de redescubrir todas mis facetas, cuadré todo, empaqué un maletín y me llevé a mi perrita a esta aventura de reencuentro. A varias horas de distancia estaría parada en frente de su puerta de cara a un pasado nebuloso y a un futuro menos claro.
Pensé sentirme casi feliz y me convencí de que ese viaje iba a ser transformador. Creo que esto último fue en lo único que atiné porque después de un par de horas de camino me invadió una inmensa culpa. Culpabilidad por auto-sabotaje, para ser más precisa. Hay atisbos de chispas que no son más que espejismos intrusos, distorsiones. Confundimos los deseos ajenos con los propios y pasamos por encima de lo que que verdaderamente somos, del fluir orgánico que se asienta sin esfuerzo y que lo enciende todo. Las chispas a medio camino son solo eso, intentos de nublar lo innegable: chemistry cannot be faked. Cualquier cosa que se le parezca será solo un simulacro, un engaño de los sentidos. Mejor aún, será el intento de escapar de uno mismo, y así sabotear la dulce espera de la chispa adecuada.
En menos de nada me vi parqueada en una rest area pidiéndole señales al universo para saber si debía continuar mi camino. Después de una coca cola con papas, un par de podcasts de mi astróloga favorita, y sobrecogida por un fuerte sentimiento de auto-preservación, de integridad, emprendí el camino de regreso. Es por eso que llegar y encontrar mi suéter favorito impregnado de su olor fresco y limpio me devolvió la lucidez y el alivio de sentirme en casa. Cuando algo es antinatural nos consume. Mi suéter había perdido el olor que yo reconocía y había adquirido un humor denso, rancio. Supongo, que en eso nos convertimos cuando lo natural se disuelve entre máscaras ásperas y al final, insoportables.
Image, "Perfect timing" by Andrea Villa Ruiz (2022)
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