
“Cuando los jazmines no perfuman
Cuando sólo vemos bruma
Cuando el cuento terminó
Todo nos parece intranscendente
No es cuestión de edad o de suerte
De esto se trata el amor”
-Fito Páez-
Los abismos singulares se dividen por uno aún más profundo.
Es incierto si sus hendiduras se multiplican por laceraciones talladas prematuramente
o si tal vez son consecuencia del verbo negado, de la sombra recluida.
Los abismos singulares se revelan pendulares, marcan un devenir exhaustivo, intuyen la certeza fallida en la voracidad de lo tangible.
Y así, recorren uno a uno
los segundos que los separan
los segundos que desorbitan…
Preludio
Llevaba pocos meses en ese lugar, los suficientes para intuir que el desgaste de las paredes, el tapete descolorido y los espacios estrechos eran un reflejo de todos los que por allí transitaban. La boina gris de cuadros desentonaba en esa ciudad con tendencia a la pequeñez. Esa mañana de invierno, ella optó por el abrigo blanco ceñido a la medida de sus curvas y hecho de un paño importado, justo para el frío al que nunca acabó de acostumbrarse. Abrió la puerta y alguien pronunció su nombre a sus espaldas. No lo reconoció enseguida, pero luego recordó haberlo visto en una época en la que cualquier rostro hubiera podido pasarle desapercibido. El tono de su voz la devolvió al instante en que años atrás, aquel individuo la había hecho sonreír. Más allá de esa remembranza desdibujada, no logró desprenderse de los ojos que detallaban con curiosidad el atuendo al estilo Milán, en aquella ciudad pueril. Aquellos ojos brillaban con un tenue verde aceituna, únicos e inconfundibles. Eran sin duda de los más bellos. Pensó que era muy extraño fijarse en los ojos de ese ser al que sólo había visto un par de horas, y cuyo recuerdo no se había instalado en su memoria...
Fuga
…..
-Mírame con amor- le dije mientras sostenía su miembro erecto entre mis manos. Segundos antes pensé ver la cara del impulso equivocado, la rabia en un rostro placentero.
Tuve miedo.
En su placer divisé su sombra y aquel rostro me reveló una imagen aún insoportable. Sobra decir que en el instante en que mis labios pronunciaron aquellas palabras, él salió de su trance y me amonestó con la mirada, mucho antes de recriminarme con desesperación tal desatino tan inoportuno.
Pocos días antes de aquel incidente le grité con total convicción que alejara su mano de mi fuente húmeda para evitar empujar cualquier vestigio curioso y desorientado.
- ¡ Absurdo!- replicó.
Yo misma me sorprendí.
No sé si por escucharme escalar dichosa en un contrapunto interrumpido por la disonancia de un pánico extenuado
o si tal vez solamente fue una cuestión de pudor anacrónico.

Image, "Breakthrough" (2022) by Andrea Villa Ruiz
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